Desde el 2 de enero hasta mitad de febrero de 2013, realicé cien notas de facebook con lecturas de poesía publicada en el país desde los últimos días de 2011 hasta los primeros de 2013. La selección, que llevaba el mismo título que este blog, abarcó textos que aparecieron en papel y en blogs, tanto de poetas como de traductores de distintos lugares de la Argentina. Las que denominé "entregas de poesía" también incluyeron doce "yapitas": otras notas con videos y audios de lecturas de poesía en distintos tipos de experiencias.

En los últimos días de diciembre de 2013, decidí reunir todo ese material en este blog, más algunos agregados de libros que también se publicaron en 2012 y que no había llegado a incluir en la primera selección.

No hace falta aclarar que estos textos no agotan toda la poesía publicada durante ese año, pero intenta ser un aporte que muestre las variadas y valiosas poéticas que podemos leer actualmente en el país.

martes, 24 de diciembre de 2013

Entrega 54: 21 de enero







Joseph Brodsky, Canción de cuna y otros poemas, ed. bilingüe, trad. de Daniela Camozzi y Walter Cassara, Huesos de Jibia, 2012.












Seis años después


Tanto hacía de la vida juntos que ahora
el dos de enero caía de vuelta martes,
y su ceja, sorprendida, se alzaba
como un limpiaparabrisas en la lluvia,
   y su nostalgia, empañada, se despejó para mostrar
   el camino limpio que nos esperaba delante.


Tanto hacía de la vida juntos que otra vez
una nieve perpetua empezó a caer;
por temor a que aguijonearan sus párpados
detuve los copos con mi mano, y ellos, simulando
   no creer en aquella devoción por sus ojos,
   se agitaron en mi palma como mariposas.


Tan extraña se había vuelto toda novedad
que los enredos del sueño ridiculizaban
cualquier depresión que el analista interpretara;
cuando mis labios soplaron la vela,
   los suyos, aleteando desde mi hombro, buscaron
   unirse a los míos, sin pensarlo un segundo.


Tanto hacía de la vida juntos que aquellas
rosas harapientas de papel ya no estaban,
y un bosque entero de abedules había crecido
junto a la pared, y por pura casualidad teníamos dinero,
   y como lenguas sobre el mar, por treinta días,
   el atardecer amenazó a Turquía con su furia.


Tanto hacía de la vida juntos, sin libros,
sillas ni muebles –sólo aquella vieja cama–
que el triángulo, antes de surgir,
había sido una perpendicular, la cabeza
   de algún conocido cerniéndose sobre
   dos puntos que se habían fusionado por amor.


Tanto hacía de la vida juntos que ella
y yo, con nuestras sombras unidas, habíamos compuesto
una puerta doble, una puerta que –aun si nos perdíamos
en el trabajo o el descanso– siempre estaba cerrada:
   pero de algún modo sus hojas se rompieron
   y cruzamos hacia el futuro, hacia la noche.



                                                                                1968






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