Desde el 2 de enero hasta mitad de febrero de 2013, realicé cien notas de facebook con lecturas de poesía publicada en el país desde los últimos días de 2011 hasta los primeros de 2013. La selección, que llevaba el mismo título que este blog, abarcó textos que aparecieron en papel y en blogs, tanto de poetas como de traductores de distintos lugares de la Argentina. Las que denominé "entregas de poesía" también incluyeron doce "yapitas": otras notas con videos y audios de lecturas de poesía en distintos tipos de experiencias.

En los últimos días de diciembre de 2013, decidí reunir todo ese material en este blog, más algunos agregados de libros que también se publicaron en 2012 y que no había llegado a incluir en la primera selección.

No hace falta aclarar que estos textos no agotan toda la poesía publicada durante ese año, pero intenta ser un aporte que muestre las variadas y valiosas poéticas que podemos leer actualmente en el país.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Entrega 20: 8 de enero de 2013




Tomás Watkins (Neuquén), Mitología, EDUCO (Editorial de la Universidad Nacional del Comahue), 2012.












Noche de Walpurgis



En orden silente
las malditas desoyen
voces de cautela

La vieja labor
de amar la muerte
florece

Algo más arde sobre el fuego




Ícaro



Quiero para mí
la voluntad de la gota
que cae sin lastimarse
ni hacer daño




Wirakocha



El mundo es creado
como el vidrio

Un destello
de agua y de aire

Una lengua

la selva







Entrega 18: 7 de enero de 2013




Marcelo Leites (Entre Ríos), publicado en su blog Misceláneas en junio de 2012: http://marcelo-wwwmiscelaneas.blogspot.com.ar/2012/06/los-arboles-dejan-caer-sus-hojas_09.html








Otoño


Los árboles dejan caer sus hojas
retoños de una estación perdida.

Hay demasiada niebla todavía.

¿Sentiste alguna vez
que hacía falta romperse
en mil pedazos para decir
la palabra yo?

Hay una mañana que se abisma.
El sol sube al centro exacto
del cielo y los rayos
caen perpendiculares
sobre la tierra.
Tanta luz me enceguece,
me deja solo con mi sombra.

¿Sentiste tu cuerpo
como una balsa
moviéndose en el río
estancado de la mente?

Una bandada de golondrinas
atraviesa el cielo. Cada una
pendiente de la otra, cada
una apoyándose en la otra,
hasta que todo el conjunto
se vuelve un solo pájaro
volando el vuelo de todos.

Mi mano escribe estos versos
¿pero es mi mano?
¿soy yo el que escribe?

Va cayendo la tarde
y todavía no tengo
ninguna certeza
salvo esta luz impiadosa
que cae sobre las cosas.
Hay un sauce en la costa
que aún permanece verde.

He vuelto a casa.
La mesa de trabajo
está en penumbras.
Insistentemente miro
la luz de una vela
y el movimiento de la llama
sólo es un ejemplo.

(El viento barre las últimas hojas)







Entrega 17: 7 de enero de 2013




César Bandin Ron (Buenos Aires), ¡Oh, Yo, mi efímero Dios!, Paradiso, diciembre de 2011.












El mundo nace y muere en uno…


El mundo nace y muere en uno,
cualquier otra conjetura no es más que eso,
como el amor o el porvenir. Este poema
será otro y único ante cada lector, así como
tu encanto y mi deseo son sólo míos.
Como en una linterna mágica la vida
se pasea entre el fulgor y la penumbra.
No somos más que viajeros asustados
revisando un mapa confuso. Cada mañana
reclama carácter, la osadía de resistir
en la fugacidad, en lo indescifrable.






Mío es mi dolor…



Mío es mi dolor, mi hambre
y mi abundancia. Vuelo en círculos,
bajo el sol, allí donde se me pueda ver,
desafiante. El mundo no existiría sin mí.
Miro y creo. No voy a tolerar que nadie
hostigue el candor de mis sentidos, de mi afán.
Aunque sucio, inapropiado: puro, mío.
Brillo entre rejas, mi furia es fresca,
como mi grito. ¡Oh, Yo, mi efímero Dios!




Bajo la niebla quedó…



Bajo la niebla quedó la arboleda
y el sendero y nosotros dos de la mano.
Cuando el húmedo inquietante gris se disipe,
aunque casi el mismo será otro el paisaje,
aunque casi las mismas serán otras las flores,
los pájaros y los chicos que giran en la calesita.
Y ciertamente serán otros los que
vayan de la mano,  prometiéndose sentir
casi lo mismo para siempre.



La intemperie no tiene techo…



La intemperie no tiene techo y las estrellas,
debería admitirlo, son por lo general inalcanzables.
Hace tiempo que vivo al margen. Sin buscarlo,
casi sin darme cuenta, las cosas se descompaginaron
y quedé afuera, protagonista de aquella otra, incierta
vida, que tanto me intrigaba y me atraía.
Están los que viven adentro y los que viven afuera
de las casas. Yo hace tiempo que vivo afuera.
Hoy, desde la calle, miro las ventanas iluminadas
e imagino historias normales de gente normal
y, por un instante, lamento el no ser uno de ellos.
Aunque pronto me imagino otra vez ahí asomado,
fascinado con ese otro que me mira desde afuera.







Entrega 16: 7 de enero de 2013








Diego Roel (nació en Temperley, pcia. de Bs. As.; vive en La Plata), Los Jardines del Aire, El Mono Armado, mayo de 2012.














Tantas veces pisé este suelo,
este país en sombras,
esta región que oscila
                entre un abismo y otro abismo.
Tantas veces.

Ahora me muevo alrededor:
busco esa voz que me llama desde atrás,
que lentamente crece en mí,
que se expande y acuclilla
en la parte más secreta de mi sangre.

Busco lo que respira y permanece.



Porque en esta orilla
se escucha siempre la misma canción.
Los mismos cuerpos caen, se levantan, huyen,
los mismos rostros se hacen y deshacen.

Ya no hay un sitio posible.



Pero, ¿quién habla? ¿Quién vive en mí?



¿Quién responde desde el otro lado?

¿Quién pregunta y calla?



Yo sólo veo lo que regresa y parte,
                 lo que regresa y parte.



Son tantas las imágenes,
los agujeros.

Lo que no se dice, late entre las sílabas.
Lo que se dice, retumba entre letra y letra,
                                  entre signo y signo.

Son tantas las voces.




El que superó los nombres y las formas,
Aquel que se estabilizó en el Punto dentro del Círculo,
sonríe más allá del tiempo y del espacio,
sonríe y repite en silencio:

nada respira, nada permanece.      




Me paro en los bordes del decir.

Me arrodillo y pronuncio
una palabra que señala un Puente, un Corazón,
una palabra que lleva al centro del Jardín de lo Posible.

Miro lo que está debajo.




Only the half they can never possess remains.*  




Pero, ¿quién mide las velocidades del cambio?

¿Quién se para en esa huella
                                      que se desplaza y tiembla?

¿Quién habla? ¿Quién canta?



Un niño baila sobre el disfraz del espectáculo.

Abre y cierra los ojos,
desarma las maniobras del Engaño.

Permanece fuera de las redes del mundo.




*La cita es de Wallace Stevens.








Entrega 15: 6 de enero de 2013




Denise Levertov traducida por Sandra Toro (Morón, pcia. de Buenos Aires) en su blog Denise Levertov en castellano (2009-2013).












MANOS VACÍAS



De noche los cimientos se derrumban.
La imagen de Dios se forjó
en una aleación de metal. Un leve estruendo
cuando cae de su nicho.


Duelen las partes de tu cuerpo,
separadas, ominosas,
unidas solo por estar adentro
de una piel gastada. Las convicciones


viran y se dispersan
como pájaros blancos que huyen.


Al final te dormís, para despertar
con la misma sensación: girar a la deriva
en medio del océano
con una estela de amarras detrás.


Y cuando por fin abrís
los ojos reticentes, ves que es un día
de sol. Caminás
hasta la orilla verdadera.


Una capa de mugre
cubre la ciudad. Pero entre los árboles
hay calma; en el pasto, esparcidas,
las primeras hojas secas
y un brillo de rocío. La noche


se queda con vos, pero tu atención
se aparta
a saborear la luz otoñal, que cae
en tus manos vacías.








EMPTY HANDS


In the night foundations crumble.
God's image was contrived
of beaten alloy. A thin clatter
as it tumbles from its niche.

Parts of your body ache,
each separate, ominous,
linked only by emplacement within
a worn skin. Convictions

wheel and scatter,
white birds affrighted.

In time you sleep. But wake
to the same sensation: adrift
mid-ocean, frayed mooring ropes
trailing behind you, swirling.

Yet when you open
unwilling eyes, you see the day
is sunlit. You walk
down to the real shore.

Over the city,
a scum of brown. But it is quiet
among the trees, grass
strewn with first-fallen leaves,
a sheen of dew. The past night

remains with you, but your attention
is drawn away from it
to taste the autumn light, falling
into your empty hands.



De Sands of the Well,New Directions Publishing, 1998.
Versión en castellano de Sandra Toro.


Publicado en septiembre de 2012: http://deniselevertov.blogspot.com.ar/2012/09/manos-vacias.html









Entrega 14: 6 de enero de 2013





Germán Arens (Bahía Blanca, pcia. de Buenos Aires), Siempre creí que los zombis eran los protagonistas de un subgénero del cine de terror clase B, Vox, 2013. 












El sol sigue siendo sol, está amaneciendo.
Caldenes, piquillines y chañares son madera muerta.
Salvo zampas y revienta caballos no quedan verdes en el monte.

Estoy a 23 kilómetros del pueblo,
empiezo a patear el suelo pampa.

En donde hubo vacas las aguadas están abandonadas,
no hay un solo trinar donde hubo plomitos, mixtos y botones de oro.

Setecientos metros a la derecha está la 22…
sin embargo busco el río.
No quiero sorpresas y en la ruta abundan.
Sería diferente si tuviera la Fuego.
La Fuego roja como las banderas que envolvían
los santuarios de veneración al gauchito Gil.
La Fuego que convirtiera a Renault
en la marca más ganadora del TC 2000.
La Fuego que en el año 1988, en la pista de General Roca
con el flaco Traverso prendido al volante
y Silvio Oltra pegado a los escapes
ganara una carrera echando humo
en las últimas tres vueltas
y el motor en llamas desde el inicio de la última.

En una oportunidad
me encontraba en un bar con un amigo diabético.
Le bajó el azúcar y me pidió que lo tire en su casa.
Íbamos  por una avenida cuando en un semáforo
acelerando a fondo, se nos pone al lado un Gol tuneado hasta los zócalos.

Gustavo resucitó con el ruido del escape,
mirándome a los ojos me dijo:
- Si pasás los cambios cuando yo te aviso
te lo comés crudo.-

Me gustaba matar autos modernos.

Nos pusimos los cinturones.

-1ª hasta 3.200 vueltas -dijo Gustavo-
 2ª hasta 4.000
 3ª hasta el próximo semáforo.-

Al Gol le peiné el espejito a los 60 metros,
me acuerdo y se me pone la piel de gallina.
Gané por un auto.
El vovi del Gol no podía entender
como le dí masa de esa manera.
Se creería que la Fuego era un 18 con dos puertas.




--------


Después de caminar casi nueve leguas
llegué a la ermita.
El niño estatua permanece en ella,
también su madre.

Río y altura mediantes
el pueblo está a mis pies.
En su apariencia todo está abandonado.

Llega la noche,
decido dormir en el lugar.

A pesar de ser octubre
las colonias están secas.

La luna está casi llena.
En el centro de Orión las Tres Marías.
Sobre el  horizonte oeste
muy cerca de Venus distingo a Saturno,
el de los diecisiete satélites.
Venus, que es el Lucero, apenas si se ve.
Busco a Júpiter en el este.
¿Estará el Gordo en Ganímedes?...

Entro a mi bolsa de dormir,
una vieja Duvet de pluma de ganso.
Enciendo mi linterna
y me entrego a la lectura de
“Algunos discursos presidenciales desde la vuelta
de la democracia  a nuestros días”.

Mañana cruzaré el puente negro.







Entrega 13: 6 de enero de 2013




Andrés Alvarado (Buenos Aires), El día de la lluvia, Ediciones Ruinas Circulares, agosto de 2012.














2.




                                           entonces todo se tornó desierto
                                           y aquel abismo se colmó de voces.

 





VOCES




cuerpo
que me hacés
palabra


son mis gritos
temor
a lo inconsistente?






MÍTICO


ascenso en espirales
de palabra escrita
borrado silencio


-el espacio negado
la fuerza-






DESHACER VOCES


uñas hacen lo que el viento deshace
lo que fue espejo.


breves texturas aquellas palabras otras
que fueron esquirla.


silencio de sol pernoctado
de nada fundido en.


*


melancolía perfora
vértices humanos
pieza ósea


estaca


en lo profundo.


*


qué es cuerpo
dios qué es
qué es noche
de sol alternada
en toda esta guarida
que se arroja de.


*


quietud estalla ventana
de calma pena.


las uñas tiempo
que crece
crece
crecen


¡que te calles!


*


palabra
que me hacés cuerpo.









Entrega 12: 5 de enero de 2013




Irene Gruss, La pared, Nudista, mayo de 2012.














I

Le hablo a la pared.
Hay quien escribr poemas
en un muro y luego despide, tira
la carbonilla a un lado.
Lo mío es hablarle siempre a la pared,
antes de que la derrumbe un fuego
o el tiempo simple.

Ah, ilusa,
empecinada en atender lo que calla,
lo que dice.


II

Le hablo a la pared
(Es más bello porque es inútil)


III

Si no estuviera, no sabría qué cosa decir.
Rebota el intento:
"No mires lo que ves".
Si no estuviera allí,
no sabría.
Disciplina: insiste,
hablo a la pared.



IV

Corres hacia la orilla,
lo que pensabas o tan simplemente veías
como mar
no era.
"El mar es una pared",
dices.






Entrega 11: 5 de enero de 2013




Javier Galarza, refracción, añosluz, mayo de 2012.














hogar


bendito
el que incendia
su casa
y canta
sin resguardo
puesto que arde
sin construirse






insiste


algo
crea
un caudal
de verdad
en eso
que retorna
diferente
cada vez






cerrado


viajás hacia
donde rompen
los hoteles
de tu congoja


*
 
aquí
los restos
de la cacería
son barridos
como el viento
o las hojas
 
*
 
viejo hotel
desahuciado
rompe como
un camino
  oportunidad



*
 
la vigilia ha cerrado
los postigos
el diapasón dio los tonos
de otra lluvia en sí menor





Entrega 10: 5 de enero de 2013




Luciana Mellado (Chubut), El agua que tiembla, Ediciones del Dock, diciembre de 2012.












Cuerpos de la distancia

I

Las hojas del álamo trinan

como pájaros de piedra
en la costa del río.

El mejor pirata es un ahogado
o un niño desnudo
cubierto de musgos.

¿Besaste a un pirata?

Cuando bajé a la espesura
parecía la muerte

esa quietud
pero era un sueño nomás,
el de la siesta y el calor
que me aplastaba.

El aire es agua que respira
cuando el viento silba
en las cicatrices
de los árboles.

No pienso palabras en la altura
pero un pirata tiene
un nombre bello.

Cecilio, Lauro, Julien.

Un pirata vive extraviado
hasta que descubre
el milagro de los peces.

¿Viste un pirata de cerca?¿Sus ojos?




Grandes y oceánicos,
a veces pastosos
por las algas.

¿Y los barcos?

Parecen las alas
de un animal líquido
que se incendia
 en el viento.


Tiemblan los verdes
en el aire.




II

Los piratas son niños
que huyen de las sombras
cuando el silencio seca
los resguardos
del agua.

A veces los espanta
un pájaro pequeño,
el aire que le aúlla
a ciertas superficies.

La marea en sus ojos
no se repite nunca
aunque insista en lo oscuro
el humo de la noche.

Brotan de la memoria
del naufragio
como la hierba débil
que crece
en los incendios.



Cecilio entre los ojos

I

Cecilio imagina un padre
sentado al borde
de sus horas.

La luz se arrastra
sobre el padre imaginado
entre las ramas del viento
y el desierto.

¿Qué noche ofrecerá sus juncos
para trenzar el pan negro
de tu hambre?

Sobre un monte de piedras
Cecilio se recuesta
a escuchar los ecos
de la espera.

Su soledad tiene la belleza
del árbol que florece
en los inviernos.



III

El mundo era una fruta descarnada
cuando Cecilio comenzó a reír.

Su risa chamuscaba el aire
y agrandaba sus poros
hasta hacerlos
bahías.

Claro que lo escuché
aquella tarde.

Se oía como un trompo de oro
que llama a la memoria
con silbidos.

Su alegría sonaba como la cifra
de un atraco
o la lengua del bárbaro
antes del saqueo.

El deseo era una frontera de agua
y nosotros teníamos sed.



VI

El oleaje se inquieta
mientras cae el sol
como una piedra terca
sobre el agua.

No se repara el paraíso
en medio del naufragio.
 (…)

Todos sueño es opaco.

Un animal oscuro con dos aros
de fuego sobre el lomo
puede ser la lengua
de nuestra ceguera.

Puede ser eso
y también otra cosa.




VII

¿Despertaste Cecilio?

El viento apalea la nave
con violencia.

¿Estás soñando?

Se derrumba el aire
sobre el mar
y el alba cae en sangre
degollada.

Hace calor.

Una cal invisible
quema la borda.

Se escucha el desgarro
de las velas,
las nervaduras rotas
de sus alas.

¿Qué frágil amor nos crece
en las tormentas?







Entrega 9: 4 de enero de 2013




Jorge Curinao (Santa Cruz), Nadando, abril de 2012.














Bendito duelo estar solo:
conversan las preguntas.





Como cuando el silencio es posible
y las palabras empiezan a temblar.





Se puede ser uno mismo
empezando de a pedacitos.






Cerrar los ojos
y entrar en la música.

Dejar que las preguntas
tropiecen con el cielo del techo.







Entrega 8: 4 de enero de 2013




Ignacio Uranga (Bahía Blanca, pcia. de Bs. As.), a-letheia/ramalaje, Ediciones en Danza, junio de 2012.















El filo de lo real

 


Primero-sexto-séptimo, dije, en mil nueve
noventa y nueve, con ruido al fondo, bajo toda
la tristeza de la época estival: urdimos el sueño
de cambiar una parte de la historia: pero “sexto-
cuarto-quinto”, dijiste, y más allá de ir conmigo
a las tierras de la zona, arribamos a ningún acuerdo:
paraguayos, bolivianos y peruanos en la cosecha
explotados, y a la hora del pago, en la indigencia
deportados: hicimos lo justo: fotos, huellas y la
insoportable burocracia, por supuesto: sin embargo
hay cosas, pareciera, que son inevitables: la aparición
de un cuarto menor que falla a tu favor, para dejar en
ruinas lo hasta ahora construido: de regreso a tus lujos
al entrar como un tajo en la ciudad: el filo de un espacio
decisivo entre nosotros: pareciera hay cosas que son
inevitables, hay cosas, pareciera, que son inevitables 



Soler 618

 
A juzgar por prejuicio o por mandatos establecidos
hubiera jurado eras analista, secretaria, mujer de
empresario, corredora de bolsa, doctora; sin embargo
evidenciando tu no ser de la ciudad, o bien poéticamente
embelleciendo la culpa, la vergüenza, soles a lo último
dijiste, porque hubiera semejado, en tu voz, al estruendo
del trueno o la ráfaga de rayo Ballantines night club, Jac-
queline: estás quebrada. Porque nadie va a pensar qué pasó
por tu corazón para que volvieras mercado tu cuerpo ni qué
cuando la no correspondencia entre forma y fondo quedó des-
cubierta, y devino la mujer que ahora te habita: estás social-
mente quebrada, Jacqueline. Ninguno va a escuchar que estabas
cansada de la espera en hospitales públicos, urgida por el ácido
en la sangre, que sólo querías cobertura social y mantel dignos
que el sacrificio está destinado también a la cirugía en Chile
y a tu tan necesaria luna, blanca, en polvo sobre la mesa
                    

                           


                         Kénosis




                               †


No lo inefable en cuatro letras, no: Barbeló
Yahvé, Zeus = Deus = Dios, no. Dijo amor
y no entendieron: Sanedrín: transcripción
del griego synedrion, presbyterion, ‘cuerpo
de ancianos’ y gerousia, ‘senado’. Blasfemo
se dijo: oculto en la noche el interrogatorio
no fue sino un perfilar cargos hacia la pena
capital, y el praefectus: ‘hasta acá la vida’:
en el Gábbatha: insuficiencia hepática y dis-
función renal a golpe de flagrum, afecciones
neurálgicas, excoriaciones en los hombros
por el madero horizontal (hay elementos
que indicarían en cuanto a la legalidad del
juicio error judicial): 500 metros hasta el
Gólgota desde el Pretorio de Pilato
(Bienaventurado el hombre de Cirene
llamado Simón / porque él no buscaba a
Dios y se lo encontró / en qué monte en qué
valle en qué epifanía / en la desgracia en la
desgracia del mismo Dios / iba pasando y le
echaron la cruz encima/ bienaventurado ese
desgraciado bajo la cruz / porque él quiso
escapar pero ya no quiso / porque él no
buscaba a nadie y se encontró a Dios / en
la desgracia en la desgracia del mismo Dios):
en los metatarsales segundo y tercero clavos
ya colgado en el palo vertical, asfixia por los
brazos extendidos, en la cavidad pleural fluido
hemorrágico a punta de lanza: un pájaro quieto
atrapado entre clavos: Iesvs Nazarenvs Rex
Ivdaeorum: Kyrie, eleison, Christe, eleison, Kyrie
eleison: danos hoy nuestro amor de cada día


                                †










Entrega 7: 4 de enero de 2013




Catalina Boccardo (Buenos Aires), terrirorios, Ediciones del Dock, enero de 2012.














4

                                     escupo oráculos frente a tu puerta
                                                                  Diane di Prima



despertás un millar de leguas

tu materia vital quieta

ahí apunto perezosa la mirada de pájaro hambriento

a nada podemos rebelarnos
ni ondularme dentro de tus brazos
Quetzalcóatl de maíz

ilusorio

¿por qué tu pena?
¿por qué los escondites?

esos campos de tu abuela
la perenne
ojos de refugio
la del pelo en lluvia

puso el fruto azucarado tus encías
panes rojos del día de los muertos

un camino de ajíes y cebolla y frijoles
el baño termal

tu cuerpo son especies
mi cuerpo almíbar con una flor extraña

exieten piel y glándulas

espíritus
dictan nuestros nombres
de arroz dulce
la carne de los puercos

y el augurio equivocado
pájaro y serpiente

frágiles se masturban
se tocan la pared del tiempo

resurrección sin salvarnos

la violencia de estar sagradamente vivos




14

me disuelve tu lengua
alcohol de tequila y sal

precisión de la garganta

rodaja cítrica

el pulgar aprieta hendiduras




24

mustia gestión del agua

una anfibia te absorbe
alrededor de la roca
punto cúlmine
cualquier sed

búsqueda de mi escritura
alumbra los pantanos

la pescadora experta
la cuidadora de un faro








Entrega 6: 3 de enero de 2013




Liliana Campazzo (nació en Buenos Aires y vive en Río Negro), A boca de pájaro, Vela al viento, marzo de 2012.













Parte 1


Piedra Parada


“Viajamos y viajamos

aun  sabiendo que todo no puede sino terminar

en una casa miserable desde donde se mira

esa luz obstinada de la noche”.

        Jorge Teillier



I


Hay pájaros
y también
chispazos de pájaros
esos
que cuando el sol
corre al lado del auto
por una ruta de tierra
cruzan
delante de la ventanilla
y dejan los ojos cansados
por el esfuerzo de ver su luz
de pájaros.
La ruta de piedra y pozos
se parece a la vida
dura tosca
levanta polvareda
como cuando una
sin más razón
que la tristeza
pega un grito.




 II


Los viajes de ahora son eléctricos
aparatos que le cuentan a los otros
donde está una
mandan fotos
cartas escritas en pantallitas minúsculas
hacen de bitácoras efímeras
la ruta sigue igual que antes
pura piedra no más
y algún rehue
al costado de las huellas.




III


Allí se esconde el río
detrás de la curva
lo sé
por que se ven los álamos.







Entrega 5: 3 de enero de 2013




Nelvy Bustamante (nacida en Córdoba, vive en Chubut), El libro de los fantasmas, ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves, Ruedamares, diciembre de 2011.











Llueven fantasmas


Llueven fantasmas
sobre la plaza.
Caen
como gotas
entre las ramas
como caricias
en la panza redonda
de las margaritas.
Caen
sus gritos ahogados
en el borde gris
de la vereda a cuadros.




Corre el fantasma


Corre el fantasma
a cazar naranjas
y limones.

En la oscuridad
naranjas y limones
pueden ser soles.



Cecilia Afonso Esteves (nació en Buenos Aires y vive en Córdoba), autora de las ilustraciones. 
































Entrega 4: 3 de enero de 2013




Marcelo Cutró, Rumania/Santa Isabel, Ediciones en Danza, marzo de 2012.















Entran soldados por el callejón Ronsin. Llevan
máscaras en las mejillas, de madera oscuras y
brillantes. Parecen rezar en voz alta. ¿Cantan? Entre
esas voces, una busca la columna por donde suben los
muertos de Rumania.








Miran desde el espejo con ropa del pasado. Han estado
lejos, entre pequeños hongos con curvas de seda.
Herederos de un pájaro dorado, siguen cantando en los
entierros, bailes o casamientos.












Los días azules bajan hasta endurecerse y brillar.
Caen como nieve. Tormenta de música en el bronce de
esta luz arbolada. El deseo del piano es no memorizar.












La musa quiere dormir, volverse desconocida, una
figura que el Sena no encuentre al amanecer.












Mira el callejón. Lluvia gastada sobre las paredes de la
música.
Ruinas de una fecha sin fin, las máscaras cerca.
La piedra en el silencio es una mesa invisible.












Noche flotante. Hacia arriba los ausentes, hojas
luminosas cayendo como estrellas sobre los techos.
En la frente de un campesino, calles con soldados que
se abrazan silenciosamente. Música que brilla.










[...]


Ha enrollado las cuerdas de unos pájaros sagrados. Las
manos del escultor obedecen a la piedra. Se multiplica
el silencio.












Ahí donde la luz parece agua tostada, no hay
contemplación, hay engaño. Árboles negros que, frente
a las virtudes del abatimiento, cantan.












[...]


Toda intimidad es milagrosa. Martilla el silencio que
une los pájaros a una pesadilla. Otra música oscurece
entre sus manos.








Esos manteles blancoa flameando frente al insomnio de
las esculturas recuerdan a los esclavos con la luna en
las rodillas: Noche que va hacia el horizonte contrario.








Su instinto de faisán oye las primeras exclamaciones.
Una bruma ruidos recorre la Avenida de las sillas.
Placeres veloces haciendo de la noche una sábana
antigua.











Entrega 3: 2 de enero de 2013




Soledad Castresana (La Pampa), Selección natural, Fondo Editorial Pampeano, diciembre de 2011.













La supervivencia del más leve

El agua se mueve
como si adoptara ella
la forma de la piedra.



Pez de mar

En este mundo de lágrimas
los párpados sobran.



Lagartija

Un órgano de la piedra
se separa y corre
de vuelta al sol.



La mensajera

No tengo deseo ni voz.

Hago mi trabajo
y muero.



La bailarina

Algunos cuerpos son
el vértigo del aire.





Entrega 2: 2 de enero de 2013




Selva Dipasquale (Buenos Aires), La disipación, Ediciones Recovecos, mayo de 2012.












Viajamos con Oropélida a Morteletes, ciudad a la que nunca debiéramos haber venido. Las barrancas atesoran unos hoyos profundos y delgados. Desde acá arriba diviso una ciénaga. Oropélida salta velozmente de una hondonada a otra como un animal joven. Se ríe. Y desde adentro de algún foso me dice: Quiero ser la madre-topo, quiero ser la madre-topo. Le digo: Salí de ahí, mamá-Oropélida. Se ríe. Desentierra la mitad de la cabeza de un hoyo, los ojos inmensos, se vuelve a esconder.
Me pregunto seriamente por qué habrá tomado esa actitud. Miro la ciénaga... el ventarrón me apalea y provoca una honda desolación. Bajo a caminar por la playa. El lodo me espanta. Un hombre rubio, de unos ojos celestes diabólicos, me alza en sus brazos. No dice nada. Y yo tampoco. Tiene el pelo descuidado y la cara poceada. Trota dentro de la ciénaga sin ninguna dificultad. Vamos y venimos. A pesar de esta corrida enloquecedora logro fijar la vista, allá en lo alto, en las barrancas.
Ella no sólo se mete en los baches naturales sino que los cava. Sale y entra erecta. Y se ramifica de color verde.








Entrega 1: 2 de enero de 2013




Ariel Williams (Chubut), Discurso del contador de gusanos, el suri porfiado, noviembre de 2011.











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Pensar es como si alguien se muriera lentamente. Desde adentro, casi sin saberlo. Los pensamientos me violan. Soy pensado, soy dicho. Las cosas son pantallas de un río asesino inocente. ¿A quién culpamos por un pensamiento? Pero vino. Pero pasó, estuvo aquí. Vuelve, a veces.
Salgo a caminar, entonces. Las cosas son paneles de sombras. Paso al lado de un árbol. Sisea. La sombra extraña alta siseante. Unas personas vienen por la vereda del frente. Conversan. Todo podría ser un teatro. Ellas, estar actuando. Con perfecto acabamiento de sombras de colores. Sombras llenas como si fueran carne, como si fueran seres. Arriba, el cielo como una sombra azul que amenaza. Una mantarraya gigante celeste pasando por el universo. Durante milenios, es nuestro cielo. Pasa. ¡Saludos a la tierra! Cuando me vaya, cuando termine de pasar, se van a quedar solos. Firmado: un dios.
Pensar es morirse como un cielo que se va.


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Ninguna conversación. Encerrado en mi casa. Junto al calefactor. No hay descanso. Mi cabeza es un pueblo salvaje. Como si pasaran gatos haciendo ruido en el techo. Pensar. Dios podría haber venido. Por la calle pasan chicos gritándose. En el tumulto de las sensaciones. No hay un pescador. Peces plateados a una velocidad infernal. Ni siquiera los veo bien. Ni siquiera estoy seguro de que sean peces. Ni siquiera estoy seguro de ser yo el que los ve.
Quién es mis ojos. Estoy en una mirada que no soy. Y no por la famosa sospecha. No. Sino porque yo estoy en unos ojos que no son yo. Quién produjo los ojos en el mundo. Qué ser extraño y pacífico se alió de golpe con otro ser y se fue haciendo sus ojos. Todavía hay algo de ese ser foráneo en los “míos”.



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Cuatro preceptos. No muchos. Porque muchos preceptos multiplican los gusanos.
Primero: no admitir ningún pensamiento hasta que haya llegado por lo menos al estómago. O al hígado. En general, después de unas cutrocientas treinta zancadas y tres vasos en el bar. Momento de la tarde en que se asume que el pensamiento está ahí.
Segundo: dividir al pensamiento en tantas zancadas y vasos como se sienta necesario para poder ser uno mientras dura su transcurso.
Tercero: dirigirlo ordenadamente hacia su fin. El final de un pensamiento es como el de una persona: de la cabeza al ano, de los pies a la boca. Lo que se dice se camina.
Cuarto: si el pensamiento viene muy complejo, apurarlo de un solo trago.



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Nada que temer ni que esperar después de esta vida. Lo mismo que las moscas y que las hormigas. Los espíritus animales. Van por nuestros cuerpos desiertos dando vida. Yo nunca fui hermoso. La gente hermosa, qué misterio. Qué espíritus la atraviesan. Todos queremos tocar, ver, besar. No hay nada detrá de esa belleza. Salvo un ser que también tiene miedo. Cosas parecidas. De dónde vienen los pensamientos. ¿De inmensos espacios celestes? ¿De la nada? ¿De un espíritu animal? O son animales mismos, alargándose y saliendo de nosotros. Pasándonos, venidos de otro lado. Las personas hermosas. Qué sé yo si no son seres pálidos que cargan tenias.
La hermana prima entra al agua. Sola. Hermosa. Nadando hasta el centro del río. La veo desde la orilla. El sol la sigue. Ojo alto. Quiere saber.