Desde el 2 de enero hasta mitad de febrero de 2013, realicé cien notas de facebook con lecturas de poesía publicada en el país desde los últimos días de 2011 hasta los primeros de 2013. La selección, que llevaba el mismo título que este blog, abarcó textos que aparecieron en papel y en blogs, tanto de poetas como de traductores de distintos lugares de la Argentina. Las que denominé "entregas de poesía" también incluyeron doce "yapitas": otras notas con videos y audios de lecturas de poesía en distintos tipos de experiencias.

En los últimos días de diciembre de 2013, decidí reunir todo ese material en este blog, más algunos agregados de libros que también se publicaron en 2012 y que no había llegado a incluir en la primera selección.

No hace falta aclarar que estos textos no agotan toda la poesía publicada durante ese año, pero intenta ser un aporte que muestre las variadas y valiosas poéticas que podemos leer actualmente en el país.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Entrega 10: 5 de enero de 2013




Luciana Mellado (Chubut), El agua que tiembla, Ediciones del Dock, diciembre de 2012.












Cuerpos de la distancia

I

Las hojas del álamo trinan

como pájaros de piedra
en la costa del río.

El mejor pirata es un ahogado
o un niño desnudo
cubierto de musgos.

¿Besaste a un pirata?

Cuando bajé a la espesura
parecía la muerte

esa quietud
pero era un sueño nomás,
el de la siesta y el calor
que me aplastaba.

El aire es agua que respira
cuando el viento silba
en las cicatrices
de los árboles.

No pienso palabras en la altura
pero un pirata tiene
un nombre bello.

Cecilio, Lauro, Julien.

Un pirata vive extraviado
hasta que descubre
el milagro de los peces.

¿Viste un pirata de cerca?¿Sus ojos?




Grandes y oceánicos,
a veces pastosos
por las algas.

¿Y los barcos?

Parecen las alas
de un animal líquido
que se incendia
 en el viento.


Tiemblan los verdes
en el aire.




II

Los piratas son niños
que huyen de las sombras
cuando el silencio seca
los resguardos
del agua.

A veces los espanta
un pájaro pequeño,
el aire que le aúlla
a ciertas superficies.

La marea en sus ojos
no se repite nunca
aunque insista en lo oscuro
el humo de la noche.

Brotan de la memoria
del naufragio
como la hierba débil
que crece
en los incendios.



Cecilio entre los ojos

I

Cecilio imagina un padre
sentado al borde
de sus horas.

La luz se arrastra
sobre el padre imaginado
entre las ramas del viento
y el desierto.

¿Qué noche ofrecerá sus juncos
para trenzar el pan negro
de tu hambre?

Sobre un monte de piedras
Cecilio se recuesta
a escuchar los ecos
de la espera.

Su soledad tiene la belleza
del árbol que florece
en los inviernos.



III

El mundo era una fruta descarnada
cuando Cecilio comenzó a reír.

Su risa chamuscaba el aire
y agrandaba sus poros
hasta hacerlos
bahías.

Claro que lo escuché
aquella tarde.

Se oía como un trompo de oro
que llama a la memoria
con silbidos.

Su alegría sonaba como la cifra
de un atraco
o la lengua del bárbaro
antes del saqueo.

El deseo era una frontera de agua
y nosotros teníamos sed.



VI

El oleaje se inquieta
mientras cae el sol
como una piedra terca
sobre el agua.

No se repara el paraíso
en medio del naufragio.
 (…)

Todos sueño es opaco.

Un animal oscuro con dos aros
de fuego sobre el lomo
puede ser la lengua
de nuestra ceguera.

Puede ser eso
y también otra cosa.




VII

¿Despertaste Cecilio?

El viento apalea la nave
con violencia.

¿Estás soñando?

Se derrumba el aire
sobre el mar
y el alba cae en sangre
degollada.

Hace calor.

Una cal invisible
quema la borda.

Se escucha el desgarro
de las velas,
las nervaduras rotas
de sus alas.

¿Qué frágil amor nos crece
en las tormentas?







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